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Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, de la cítara, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Denuncia y condena de los judíos

Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.

Tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive.

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